martes, 5 de enero de 2010

La incongruencia de los no-practicantes

La angustia que produce la muerte ha llevado a los seres humanos a intentar suavizar el tránsito biológico de la extinción individual con multitud de mitologías, creencias y supersticiones que, en última instancia, prometen una "nueva vida" más allá de la muerte.
Todas las religiones han teorizado sobre ello y prometen toda una diversidad de paraisos y estados mentales de felicidad, vida eterna, etc. Los adeptos a estas religiones (mono o politeistas) encuentran consuelo en este bálsamo tranquilizador (el cielo). Si solo fuera esto, bueno, cada cual tiene completo derecho a creer en lo que le de la gana. Sin embargo, todas las religiones (por lo menos las grandes religiones monoteistas) consideran que su religión es la única verdadera y las demás falsas y que, por lo tanto, los "no adeptos" a ellas están en peligro de no salvarse y de ir a sitios terribles y angustiantes (infierno, limbo,...).
Este hecho es una de las causas más importantes de las persecuciones que miembros de sectas religiosas han tenido sobre miembros de otras sectas religiosas. Ninguna religión organizada es una organización democrática, y todas están estructuradas con una jerarquía rígida y anquilosante. Y, en todas ellas, se pretende que el ser humano haga dejación de lo que le diferencia del resto de los animales, es decir de su racionalidad y su capacidad de perfeccionarse, para creer a pies juntillas como dogmas de fe mitos y supersticiones que la estructura jerárquica de la religión considerada han considerado como "verdaderas sin ningún género de dudas", que en la mayoría de los casos provienen de la tradición oral o bien han sido escritos por personas semianalfabetas.
¿Cuántas masacres se han cometido, y se están cometiendo ahora mismo y, desgraciadamente, se cometerán en nombre de la religión?.
Los adeptos a una determinada religión lo son porque han asumido una serie de creencias y una serie de dogmas que los jerarcas de dicha religión han considerado como verdades de fe. Además, una serie de ritos realizados en comunión liga a los participantes en una acto que refuerza la unión de todos ellos.
No cabe la menor duda pues, que una persona que no asuma los dogmas religiosos de la religión asumida y no siga sus ritos característicos, no se puede decir que pertenezca a tal o cual religión, ya que no sigue el modo de vida que la jerarquía de la secta considerada considera como la correspondiente a un buen acólito.
Si nos fijamos en la religión abrumadoramente mayoritaria en España, el cristianismo en su versión católica, se da la contradicción que una gran mayoría de los que a sí mismos se llaman católicos se divorcian, usan condones, aceptan la investigación en células madre, están más o menos de acuerdo con el aborto en según que casos, aceptan la homosexualidad, por no decir que no siguen los ritos correspondientes a dicha iglesia (asistencia a misa, cumplir con los sacramentos, etc). Muchas de estas personas, lanzan una frase que aparenta haber sido muy pensada por dichas personas y ante la pregunta de si son católicos, responden: "Soy católico no practicante". Esto es un insulto contra la inteligencia. Si uno se considera católico ha de asumir unos dogmas y unas pautas de comportamiento moral, ritual y social. Si no los sigue, es morálmente más edificacnte que diga "no soy católico". El apostillar la calificación de católico con el adjetivo "practicante", aparte de una estupidez supina, es una forma de nadar y guardar la ropa.
La fuerza que tendría esta masa social de "católicos no practicantes" que decidiesen por honradez intelectual pasara considerarse "no-catolicos", sería enorme y su peso podría ayudar a que las jerarquías de dicha iglesia no consideren a la gran mayoría de la población coma adeptos a su iglesia.

1 comentario:

vicemi dijo...

Pues sí, esto es como los que no quieren bautizar a su hijo por la iglesia pero en cambio montan un "bautizo civil" con toda la parafernalia de regalos etc.....