sábado, 31 de diciembre de 2011

El engendro de la Atención Educativa

“Enseñanza de la religión.
1. La enseñanza de la religión católica se ajustará a lo establecido en el Acuerdo sobre Enseñanza y Asuntos Culturales suscrito entre la Santa Sede y el Estado español. A tal fin, y de conformidad con lo que disponga dicho acuerdo, se incluirá la religión católica como área o materia en los niveles educativos que corresponda, que será de oferta obligatoria para los centros y de carácter voluntario
para los alumnos.
2. La enseñanza de otras religiones se ajustará a lo dispuesto en los Acuerdos de Cooperación celebrados por el Estado español con la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España, la Federación de Comunidades Israelitas de España, la Comisión Islámica de España y, en su caso, a los que en el futuro puedan suscribirse con otras confesiones religiosas”.

Disposición adicional segunda LEY ORGÁNICA 2/2006, de 3 de mayo, de Educación.



 “Los centros docentes dispondrán las medidas organizativas necesarias para proporcionar la debida atención educativa en el caso de que no se haya optado por cursar enseñanzas de religión, garantizando, en todo caso, que la elección de una u otra opción no suponga discriminación alguna. Dicha atención, en ningún caso comportará el aprendizaje de contenidos curriculares Asociados al conocimiento del hecho religioso ni a cualquier materia de la etapa. Las medidas organizativas que dispongan los centros deberán ser incluidas en su proyecto educativo para que padres, tutores y alumnos las conozcan con anterioridad.”

Disposición adicional segunda del REAL DECRETO 1631/2006, de 29 de diciembre, por el que se establecen las enseñanzas mínimas correspondientes a la Educación Secundaria Obligatoria.

Esto es lo que está establecido en el actual modelo educativo español. La religión se ha de ofrecer obligatoriamente en todos los centros educativos, pero los padres tienen la potestad de decidir si desean que sus hijos acudan o no a las clases de religión. El que en los centros educativos públicos de un país oficialmente aconfesional se impartan clases de religión es un aspecto muy discutible y que se merece una reflexión aparte. Lo que ahora me interesa es dirigir el foco sobre un aspecto colateral al derecho que tienen los padres para que sus hijos reciban adoctrinamiento religioso en centros públicos. Los alumnos cuyos padres han decidido que sus hijos no vayan a las clases de religión van a ser acogidos por los centros educativos y, tal y como dice la ley, van a recibir la debida atención educativa.
¿Qué es lo que se entiende por Debida Atención Educativa ?. Yo, como profesional de la educación, entiendo que a los niños y adolescentes se les ha de proporcionar los medios necesarios para que puedan desarrollar sus aptitudes y mejorar sus actitudes, se les ha de orientar en su desarrollo psico-social, se les ha de facilitar el proceso de enseñanza-aprendizaje, se les ha de marcar las pautas necesarias para que puedan entender mejor el mundo en el que vivimos y puedan desarrollar todas sus capacidades para el bien de ellos mismos y de la sociedad. Pues bien, de acuerdo con la legislación vigente “dicha atención, en ningún caso comportará el aprendizaje de contenidos curriculares asociados al conocimiento del hecho religioso ni a cualquier materia de la etapa”. Es decir, no podemos impartir ningún tipo de conocimiento ni formación que se pueda asociar al hecho religioso ni ¡ a ningún contenido de la etapa !. Los profesores que atendemos la Debida Atención Educativa, no podríamos ni tan siquiera responder a preguntas de nuestros alumnos tales como, por ejemplo: “profe, he hecho bien esta suma”, “maestro, ¿Colón descubrió América?”, “seño, ¿Jesús nació en Belén?”, sin transgredir la ley. En sentido estricto no podemos hacer nada que tenga relación con el "acto educativo"
Resumiendo, los profesores de Atención Educativa, somos profesores de “Nada”. He de confesar que, inocente de mí, en las primeras semanas que yo impartía esta clase, dejaba a los niños que hiciesen los deberes, realizasen las tareas pendientes y estudiasen las asignaturas que llevaban más flojas, de modo que yo actuaba respondiendo sus preguntas y orientando su proceso de enseñanza-aprendizaje. A los pocos días, recibí una queja por parte de algunos padres cuyos hijos iban a clase de religión. La queja consistía en que si yo dejaba a los otros niños que no iban a religión que estudiasen, repasasen, hiciesen los deberes, etc, entonces tendrían ventaja sobre sus hijos y habría un agravio comparativo. Incrédulo de mí, y todavía sorprendido por tamaña majadería, lo hablé con el Jefe de Estudios, y me confirmó, que efectivamente la ley dice eso y yo no puedo hacer nada de eso en esas clases de Atención Educativa. 
Entones, ¿qué hago?. 
En mi instituto se está poniendo en marcha un plan de fomento de la lectura, de modo que, pensé,  es una buena actividad para realizar en estas horas de clase (dos horas a la semana durante todo un curso escolar de 10 meses: casi 90 horas de clase, perdidas en clases de nada). Pero, en esencia, esto tampoco debería de poderse hacer en estas horas de clase, ya que el fomentar la lectura, aumenta la capacidad lectora de los alumnos (materia de Castellano/Valenciano/Inglés), potencia su espíritu crítico (materia de Educación para la Ciudadanía/Filosofía), estimula su capacidad creativa (materia de Plástica/Diseño), incrementa su espíritu por conocer el medio (materia de Conocimiento del Medio/Sociales/Geografía) y si se trata de libros de aventuras o ciencia ficción potencia su habilidad lógico-matemática (materia de matemáticas/Ciencias Naturales/Física y Química), con lo que habría un agravio comparativo con los niños que van a religión.
Ante la situación de fracaso escolar que se vive, se nos dice a los profesores que en un centro educativo no podemos dar clase a nuestros alumnos. No podemos enseñarles nada. Hemos de proporcionar la debida atención educativa a nuestros alumnos pero al mismo tiempo hemos de procurar, según los redactores de la ley,  que nada de lo que les enseñemos, mostremos, imaginemos, propongamos, construyamos, señalemos y digamos,  se les quede en su estructura mental, para que de esta manera no tengan ventajas sobre otros niños. Los niños cuyos padres han decidido que vayan a clase de religión, algunos de los cuales, además, quieren que otros niños no tengan la atención educativa, la de verdad, que merecen, porque si no tendrían ventaja sobre los suyos.
No sabía yo que esto de la educación era una carrera a ver quien llega antes o más lejos. 
Yo no sé si los rectores y gestores de la cosa educativa se están dando cuenta lo absurdo de la situación. Opino, sinceramente, que algunos no se dan cuenta y otros que sí que se dan, no desean cambiar esta situación. 

domingo, 6 de noviembre de 2011

LOS GRANDES HITOS DE LA EVOLUCIÓN HUMANA. Conferencia de Eudald Carbonell.

Conferencia impartida  por  Eudald Carbonell en el ciclo   ”El cerebro humano: Una perspectiva científica y filosófica ”  organizado por la fundación Juan March.


http://www.march.es/conferencias/anteriores/voz.aspx?id=1582

martes, 24 de mayo de 2011

Otra mirada a las eleciones pasadas: un poco de matemáticas

La apabullante presión mediática concentrada alrededor de los grandes partidos impide ver una realidad que pasa desapercibida. En la Comunidad-País-Reino-Región de Valencia (¿cuando tendrá un nombre propio este territorio?), hay 3 484 904 personas con derecho a voto.
Los electores que NO han votado al PPSOE han sido: 1 591 408, lo que traducido a porcentajes, corresponde a un 45'7% de la población con derecho al voto. Es decir, aproximadamente la mitad de la población electoral no ha votado ni al PP ni al PSOE, debido a que han votado a otros partidos, se han abstenido, o han votado en blanco o nulo. En cualquier caso casi el 50% de los electores no están de acuerdo con las políticas que estos dos partidos (¿o son uno con dos caras?) están llevando a cabo a nivel estatal o autonómico.

Precisando un poco más, ha habido 2 276 301 personas que no han votado al PP. Aproximadamente el 65% de la población.

Resumiendo, casi las dos terceras partes del cuerpo electoral no vota al PP, y casi el 50% no vota al PP ni al PSOE.

¿A qué viene entonces tanta euforia de unos y tanta pesadumbre de otros?

viernes, 20 de mayo de 2011

Hartos de la estafa y de la impunidad.

Transcribo este artículo de Juan Torres López  (http://www.attac.es/15m-hartos-de-la-estafa-y-la-impunidad/).

La inmensa mayoría de lo políticos, periodistas y tertulianos no han querido oír en los últimos tiempos a los jóvenes con tasas de paro del 45%; ni a las miles de personas que reclamaban al Banco de España y los tribunales que los defiendan de las estafas de los bancos en forma de contratos de swaps, clips y demás engaños; ni a los cientos de miles de familias que han perdido la vivienda; ni a las docenas de miles de pequeños y medianos empresarios que cierran sus empresas porque no reciben ni un euro de bancos que usan las ayudas públicas para seguir especulando; ni a los padres y madres de familia que tienen cada vez más dificultades para llegar a fin de mes mientras los beneficios de las grandes empresas y bancos se disparan; ni a quienes decíamos que las medidas que se estaban tomando no eran para resolver la crisis sino para que quienes la habían provocado salieran de ella con más poder y más beneficios; ni a quienes empezaban a sentirse indignados porque el gobierno llamara a La Moncloa para crear empleo a los grandes directivos de las empresas y bancos que más puestos de trabajo han destruido en los últimos años.
Han estado haciendo oídos sordos a todo esto. Nunca hablan de que los bancos matan de hambre a la gente ni explican cómo les engañan y quitan sus viviendas. Y ahora que la gente reacciona y sale a la calle harta de todo eso, quieren ser ellos los grandes intérpretes de lo que está pasando.
Pero se van a equivocar de nuevo.
Lo que está ocurriendo y lo que va a ocurrir en nuestras calles es bastante más sencillo de lo que parece. La gente ve, la gente lee y la gente entiende mucho más de lo que le ofrecen los medios propiedad de los bancos y de las grandes empresas que solo programan bazofia para que la mayoría de la gente ni vea, ni piense, ni sepa nada inconveniente para ellos. Cada vez más gente entra internet y habla con otras gentes para informarse por otras vías y ha empezado a descubrir que Botín, Miguel Angel Fernández Ordoñez, Francisco González, Rajoy, Esperanza Aguirre, Zapatero y compañía han montado una estafa colosal y que ya se ha empezado a cansar de soportarla.
Se han dado cuenta de que sí sabían que se iba a producir una crisis de gran envergadura pero que la ocultaron para que no se viera la responsabilidad criminal de quienes la habían provocado, los bancos y las autoridades de los gobiernos y los bancos centrales que miraban a otro lado.
Se han dado cuenta de que las multimillonarias ayudas que le dieron a los bancos con la excusa de que así se iba a reactivar el crédito para que no se siguiera perdiendo empleo ha sido también mentira porque lo que han hecho los bancos con ese dinero ha sido emplearlo en especular con la deuda de los gobiernos y así extorsionarlos mediante el auténtico terrorismo financiero que practican las agencias de calificación para exigirles reformas que les den aún más ventajas.
Se han dado cuenta de que la reforma laboral, la de las pensiones, de las becas y ayudas a la educación, el recorte de salarios y las que vendrán para modificar la negociación colectiva o para privatizar los servicios públicos no tienen nada que ver con las causas de la crisis, sino que son la forma de abrir nuevos negocios para que sigan forrándose los mismos de siempre.
Y la gente empieza a darse cuenta de que ya no se puede soportar tanto engaño en nuestra vida política, con cientos de cargos imputados por corrupción sin que los dirigentes de los partidos les digan nada, con un bipartidismo favorecido por una ley electoral sencillamente no democrática, por créditos bancarios que nunca devuelven y por medios de desinformación propiedad de las grandes fortunas o de empresas y bancos que solo informan de lo que les conviene. Es decir, miles de personas se han dado cuenta ya de que no vivimos en una democracia y que, por tanto, hay que reclamar la Democracia Real cuanto antes.
Eso no es todo, porque también hay algo más.
La gente que está en las calles, la que apoya a la que ya está en la calle y la que se va a ir sumando a la calle SÍ TIENE ALTERNATIVAS aunque los políticos convencionales se empeñen en descalificarnos diciendo que somos antisistema (cuando en realidad es el sistema el que es anti-nosotros) que solo sabemos protestar y decir que no.
Somos muchos y de sensibilidades variadas pero basta ver los documentos que han ido circulando llamando a las manifestaciones para percibir que hay cuestiones comunes y básicas que nos unen a todos porque, por encima de nuestras diferencias, somos, sobre todo y simplemente, ciudadanos y ciudadanas que lo que queremos es algo tan elemental como democracia real y justicia de verdad.
Entre otras demandas que pueden verse en los documentos de Democracia Real Ya u otras organizaciones que apoyan las movilizaciones, como ATTAC, queremos que haya una ley electoral que no sea discriminatoria, que garantice la igualdad de todos las personas ante los procesos electorales, queremos una jurisdicción que expulse de la vida política a los corruptos, queremos leyes de medios que garanticen pluralidad y no la concentración perversa de ahora….
Queremos normas que garanticen que los banqueros y las grandes patronales no puedan extorsionar a los gobiernos ni imponer su voluntad a los poderes representativos. Queremos que las decisiones económicas las tomen aquellos que hemos elegido para que las tomen, y no otros disfrazados de mercados. Y que los mercados estén sometidos a la ética de la satisfacción social y no a la del lucro sin cese.
Queremos recobrar las empresas que los gobiernos concedieron a bajo precio a capitales privados y que ahora se llevan nuestro capital y beneficios a otros lugares despidiendo a nuestros conciudadanos y prestando servicios mucho peores y más caros.
Queremos una banca pública controlada estrictamente para que garantice financiación a los pequeños y medianos empresarios y a las familias.
Queremos medidas de urgencia para que se investigue a los responsables de la crisis y paguen con dinero y cárcel por sus estafas, engaños y crímenes económicos en aquí y en los paraísos fiscales.
Queremos una reforma fiscal que acabe con la injusta situación actual que permite que los más ricos prácticamente no paguen y que hace recaer la mayor carga impositiva en los asalariados y pequeños y medianos empresarios de rentas más bajas, arruinando así a las clases medias y trabajadoras que son el sostén de las democracias.
Queremos que los poderes públicos impidan desde ya que siga habiendo miles de familias que pierden sus viviendas a manos de las entidades financieras, que se penalicen las actividades especulativas y que nuestro patrimonio natural y ambiental se siga destruyendo como hasta ahora solo para que ganen dinero unos pocos desalmados.
Esto es más o menos lo que quieren estas personas, jóvenes y más maduras, que han irrumpido en nuestras calles como un tsunami que durará mucho más de lo que algunos se creen.
No hace falta mucho debate para entender lo que piden, lo que pedimos. Es bastante elemental:
Que los culpables paguen el daño que han causado, que si antes han salvado tan generosamente a los ricos, salven ahora a las personas, y que se garantice que las decisiones que se toman en las instituciones políticas sean las que hayamos decidido los ciudadanos y ciudadanas cuando elegimos a nuestros representantes y no, como está sucediendo, las que imponen los banqueros y grandes propietarios para salvar solamente sus intereses egoístas.
Eso es todo lo que exigimos. De momento.

viernes, 6 de mayo de 2011

Una historia delirante.: sobre el pecado original.

    Hay un ser invisible que, según sus devotos,  todo lo sabe y todo lo puede (aunque es imposible que sea las dos cosas, o una o la otra pero no las dos a la vez), al que constantemente hay que dirigir plegarias y oraciones para que se cumplan nuestros deseos.
    Además hemos de adorarle y reverenciarle ya que en caso contrarío podría enviarnos al infierno por toda la eternidad. Si le veneramos y cumplimos sus preceptos, él nos salvará.
    ¿De qué nos va a salvar?. Pues del pecado original (o pecado ancestral que llaman otros). Parece ser que todos hemos nacidos con ese pecado. Es decir a medida que vamos saliendo del vientre de nuestra madre por el canal del parto vamos adquiriendo un pecado, que no hemos cometido nosotros, sino que lo heredamos de un ancestro nuestro.
    Por eso, hemos de ser creyentes en la fe que hemos heredado, para que este ser invisible omnipotente y omnisciente (ya he dicho que es una contradicción logica:  es omnipotente o es omnisciente, pero las dos cosas a la vez, no) nos salve de este pecado original.
    Ahora bien, ¿quien cometió este pecado?. Pues nuestros ancestros Adán y Eva. Hemos de ser salvados del pecado cometido por estos personajes. Pero va y resulta que estas personas no existieron.
    Resumiento, hay un par de personajes mitológicos (Adán y Eva) que cometieron un pecado en contra del ser invisible, omnipotente y omnisciente (y un poco celosillo también). Ese pecado cometido por personas que no existieron es heredado por todos los seres humanos y por eso han de ser salvados y redimidos de dicho acto impuro mediante unos ritos creados por un grupo de personas que se constituyeron en interpretes de la voluntad del ser invisible, omnipotente y omnisciente (tambien celoso y que nos ama aunque nos mande al infierno por toda la eternidad).
    O sea, he de ser salvado de un pecado heredado durante miles de años que, increiblemente,  nunca se cometió.

    Curiosa forma de complicarse la vida.

miércoles, 13 de abril de 2011

¿Rescatar un país?. ¡Qué desvergüenza!

    Voy a empezar esta entrada con una frase de Rosa Mª Artal (http://www.attac.es/islandia-ejemplo-de-reaccion/),: No son los países los que quiebran, sino los bancos quienes tienen problemas (debidos a sus propios errores que arrastran a las cuentas de los Estados). Pero “rescatan” a los países para que paguen los platos rotos sus ciudadanos.

    Ante la enorme presión mediática por las continuas peleas de gatos entre PP y PSOE, y la, en breve, acumulación de noticias deportivas alrededor de los 4 partidos que el Barça y el Real Madrid van a tener, uno se queda desarmado por la, también, enorme falta de información veraz que los medios proporcionan.
    
    Yo, como ciudadano, no he estado haciendo nada para que mi país quiebre. Al contrario, he estado trabajando, pagando mis impuestos, cumpliendo las normas de convicencia, en mi empresa contratando legalmente, no fomentando la economía sumergida, no defraudando, etc y me entero de que mi país posiblemente entre en quiebra y tengan que venir los europeos a rescatarnos.
   
    Si mi país quiebra no es porque ni yo ni muchos millones de ciudadanos hallamos especulado, desviado fondos a paraísos fiscales, comprado y vendido productos financieros tóxicos, falseado tasaciones de viviendas sobrevalorándolas, invirtiendo en urbanizaciones, chalets, casas, etc de difícil venta,....... sino porque grandes entidades bancarias y financieras sí que lo han hecho. Las empresas del Ibex35 siguen teniendo beneficios espectaculares y los grandes bancos continúan con su desbocada ganancia anual. Por cierto, si tan patriotas son estos grandes bancos, ¿porqué no desmantelan sus filiales en los paraísos fiscales? (Léase: http://www.attac.es/santander-y-bbva-se-refugian-en-paraisos-fiscales/).

    El rescate de Europa no es más que aportar muchos millones de euros para que el país rescatado pueda saldar parte de su deuda con los bancos, fundamentalmente, alemanes y franceses. Es decir, que ese dinero con que los europeos van a rescatar a un páis (Grecia, Irlanda, Portugal, ¿España?) no va a servir para rescatar a la población de sus deudas, ni para invertir en servicios sociales, ni en obras públicas, ni en educación y servicios sanitarios, sino que se va a utilizar para pagar la deuda que tiene el Estado con la gran banca.

    Y mientras aquí, la gente pendiente del fútbol, de los programas de cotilleo y de las continuas broncas entre los partidos políticos.



   NI UN VOTO A PARTIDOS CON IMPUTADOS EN SUS LISTAS

martes, 12 de abril de 2011

La desverguenza de algunos. Los IMPUTADOS volverán a ganar las elecciones.

    Muchos imputados en casos de corrupción, cohecho, prevaricación, etc. van a ser candidatos en las listas que han preparado algunos partidos políticos para las elecciones próximas. La desverguenza de los responsables de estos partidos está alcanzado cotas de difícil superación.
   La maquinaria electoral de los partidos en vez de promocionar a puestos claves en la gobernanza de la cosa pública a personas honestas, intachables y que no estén sometidas a ningún reproche judicial, hace todo lo contrario. El aparato de los partidos lo que busca es afianzar cotas de poder sin importarle, parece, en muchas ocasiones el precio de iniquidad que hay que pagar por ello.
   Es evidente que la presunción de inocencia es un aspecto fundamental que hay que tener en cuenta para todas las personas y es cierto también que algunos imputados en casos de corrupción pueden ser, después del juicio correspondiente, absueltos de todos los cargos. Bien, si esto es así, estas personas absueltas pueden volver a participar en la vida pública, pero por una necesaria higiene democrática debían de ser apartados de todo puesto de representación pública hasta que se demuestre su inocencia.
   Los partidos juegan con el hecho de que la dilación de los juicios y la tardanza en llevar ante la justicia a estos imputados les puede favorecer. Cuentan con que los juicios serán después de las elecciones y , si han conseguido ganar, en seguida dirán que "la voluntad popular les absuelve". Tal argumento es absolutamente cínico y manipulador y lo único que hace es transmitir a la ciudadanía de que todo vale, de que todos los políticos son iguales, de que para forrase hay que estar en política, etc.
    La lectura del Indignaos de Héssel o del Reacciona de Sampedro da pistas acerca de lo que se puede hacer. No basta con cabrearse, insultar y mandar  a todos los políticos a freir espárragos.
   Los ciudadanos, si queremos ser tales, debemos evitar votar a cualquier partido que cuente con imputados entre sus filas.
   Los puestos de elección popular son puestos muy sensibles y como dice el refrán no solamente hay que ser honesto sino parecerlo. Y ya que en este pais nadie dimite de nada, los dirigentes de los partidos debían de apartar a los imputados de sus tareas de responsabilidad política hasta que no se aclare aquello de lo que están acusados.
   Cierto que en muchas ocasiones tenemos la tentación de no votar y dejar, con esta actitud, que la democracia se vaya pudriendo poco a poco. pero es también cierto que es mejor participar en las votaciones haciendo patente la postura de no votar a ninguna lista en la que hayan imputados.
   Hay muchos votantes de partidos políticos que saben que sus políticos preferidos están imputados. Pero eso no les importa, prefieren votar a "los suyos" antes que evitar que ganen "los otros", independientemente de si son corruptos o no.
    Los procesos judiciales en los que están inmersos los IMPUTADOS,se alargan y alargan y mientras ellos van ganando elecciones y afianzando cuotas de poder y creando servidumbres y clientelismos electorales.

 NI UN VOTO A PARTIDOS CON IMPUTADOS EN SUS LISTAS

lunes, 28 de febrero de 2011

Sobre velocidades....

   Valencia y Madrid están separadas 350 km. Si hacemos un viaje entre ellas a 120 km/h, tardaríamos 2,917 horas, es decir, 175 minutos.
   Si el viaje lo hacemos a 110 km/h tardaremos 3,182 horas, es decir, 191 minutos.

   Una diferencia de 16 minutos, en un viaje de ,aproximadamente, 3 horas.

   Para trayectos menores, la diferencia de tiempo es, evidentemente menor.

  Un poco de matemáticas para tener más perspectiva acerca de la medida de rebajar la velocidad máxima por autovías y autopistas.

¿Hay que ser tolerantes con la sinrazón?

     Según el Dicionario de la Real Academia Española, el término TOLERANCIA es: Respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias. Expuesto de este modo, parece que el ser tolerante es algo bueno y deseable, y su contrario INTOLERANCIA, es algo indeseable, malo, feo y poco correcto.
    Sin embargo, estaría bien ver este aspecto desde otro punto de vista. Supongamos que en un planeta determinado hay una civilización tecnológicamente desarrollada entre la que se está propagando una enfermedad mortal. Dicha enfermedad no tiene cura, aunque con tratamiento se puede vivir con ella durante muchos años. Pero gran parte de esa población del planeta no tiene acceso a esos tratamientos debido a que son muy caros y a que no disponen de dinero suficiente para podérselos costear. Se sabe que la forma más eficaz para no contraer la enfermedad es la de colocar un apósito plastificado en el aparator reproductor de uno de los dos sexos, de tal manera que cuando se realiza el proceso copulador, la enfermadad no se transmite. Millones de antropoides de ese planeta vivirán gracias a este pequeño, barato y fácil apósito.
     Sin embargo hay un grupo de habitantes de ese planeta que, haciéndose eco de revelaciones de un ser sobrenatural superior, dicen que la colocación de ese apósito va en contra de la moral dada por dicho ser sobrenatural a la población. Y aún a sabiendas de que esa medida salvaría la vida de millones de habitantes de ese planeta, el sumo sacerdote de ese grupo de personas que, el cuel es, según ellos, infalible y tiene canal directo con el ser sobrenatural, sigue prohibiendola entre sus acólitos y proclamando como pecado la posibilidad de que los habitantes de ese planeta se coloquen dicho apósito preventivo.

   ¿Suena a algo esta situación?. ¿Hay que ser tolerante con este sumo chamán?. ¿Las creencias sobrenaturales de este grupo de personas han de ser respetadas y toleradas hasta el punto de que millones de mujeres, hombres y niños pueden morir, simplemente porque el Papa dice que usar condón es pecado?.

    Bueno,  claramente no.

viernes, 21 de enero de 2011

El Dinero es Deuda

En este documental de Paul Grignon se nos explica de una forma clara y duiáfana el origen del sistema monetario.
No es de extrañar que estas cosas no se enseñen ni en los colegios, ni institutos, ni interesa que lo sepa la población en general.

Como dijo Henry Ford: "Si la gente supiera lo que los bancos hacen con su dinero (de la gente), al día siguiente habría una revolución".

 Aquí está el primer capítulo (son 5):

martes, 11 de enero de 2011

El Soborno del Cielo.

Carta de Fernando Savater a un periódico, en el año 1999. Plenamente actual.


El soborno del cielo
FERNANDO SAVATER


Ocupados en publicitar estruendosamente las hipotéticas albricias y
alarmas de nuestro supersticioso final de siglo, no precisamente carente
de muy reales catástrofes, los medios de comunicación pasan a veces de
puntillas sobre ciertos síntomas inquietantes que revelan algo tan
interesante por lo menos como saber de qué mundo venimos y a qué mundo
vamos: me refiero a en qué mundo estamos. Uno de tales síntomas, a mi
juicio no suficientemente comentado, es la negativa final del secretario
general de la ONU, Kofi Annan, a prologar cierto libro tal como se había
previamente comprometido. La obra en cuestión se titula Carta al
ciudadano seis mil millones (la versión española aparece en Ediciones B)
y reúne catorce epístolas de otros tantos intelectuales de muy diversas
procedencias dirigidas a tan abrumado destinatario. Parte de los
beneficios obtenidos con la venta del libro se destinan al Fondo de
Población de la ONU, razón por la que el secretario general estaba
dispuesto en principio a prologarlo. Si finalmente defraudó esta
expectativa no lo hizo por exceso de trabajo sino por disconformidad con
uno de los textos incluidos en el volumen, la carta firmada por Salman
Rushdie. Quizá sea exagerado hablar en este caso de "censura", pero algo
hay que huele bastante a presión desde las altas esferas y a coacción
contra lo políticamente incorrecto.
 
 
Como en cualquier otra obra colectiva de fabricación previsiblemente
apresurada por el oportunismo cronológico, los trabajos que forman el
libro mencionado son de distinta calidad, aunque la media no me parece
demasiado mala. Sin que falten desde luego los tópicos edificantes ni
las admoniciones pasablemente apocalípticas, de vez en cuando alguna
flecha da en el blanco: no se puede pedir mucho más en este tipo de
compilaciones. Si vale de algo un criterio personal, mi preferido es
precisamente el texto de Rushdie. Tiene un inconformismo provocativo y
estimulante: se atreve a romper con ese cáncer actual tan defensivamente
morigerado, la manía de no llevar explícitamente la contraria a nadie en
materia de creencias, partiendo del supuesto erróneo de que la mejor
forma de respetar a las personas es no discutir demasiado a fondo sus
opiniones sobre nada realmente importante. ¡Como a fin de cuentas todo
es "relativo"...! (Para empezar a curarse de esta dolencia posmoderna
puede leerse Contra el relativismo, de Antonio Valdecantos, Ed. Visor).
 
 
Bueno, pues Rushdie se atreve a decirlo: el rey va desnudo. Mejor dicho,
no el rey, sino el Papa, el ulema, el rabino, el Dalai Lama y demás
colegas. Desfilan revestidos de nubes y embelecos, sin mejor autoridad
intelectual que la prestada por el miedo a la muerte y a la
incertidumbre de su clientela. Es terrible decirlo, pero Rushdie
previene al ciudadano seis mil millones de este planeta ni más ni menos
que contra la religión. Su carta se titula Imagina que el cielo no
existe y afirma cosas así de graves: "A mi entender, la religión,
incluso en su forma más sofisticada, infantiliza esencialmente nuestro
yo ético al establecer unos árbitros morales infalibles y unos
tentadores morales irredimibles por encima de nosotros: los padres
eternos, buenos y malos, brillantes y oscuros, del reino sobrenatural".
Y acaba con esta recomendación rupturista: "Imagina que el cielo no
existe, mi querido seis mil millones, y de inmediato verás el cielo
abierto". ¡Caramba con Rushdie! ¡Y luego se quejará cuando le pasa lo
que le pasa!
 
 
De modo que Kofi Annan se negó finalmente a cumplir su promesa de
prologar el libro de marras. Supongo que hacerlo no le obligaba a dar
por supuesto implícitamente que compartía todos los puntos de vista de
los autores, por otra parte bastante diversos, y algunos teístas de pura
cepa, pero prefirió dejar claro que él no respaldaba en modo alguno -es
decir, no consideraba "aceptable" para la ONU- el texto de Salman
Rushdie. Se ha insinuado que esta actitud se debe a las ofensas que en
esa carta sacrílega se vierten contra el Islam, pero no es cierto: nada
de especial se dice contra esa confesión religiosa que no pueda
aplicarse a las demás. Por el contrario, cuando repasa las atrocidades
cometidas en el mundo con pretextos religiosos, no olvida mencionar el
hostigamiento de "los fundamentalistas hindúes de Bombay contra los cada
vez más atemorizados musulmanes de esa ciudad". No, lo verdaderamente
inaceptable de Rushdie -según cierta mentalidad acomodaticia que lamento
ver compartida por el secretario general de la organización
supranacional más importante del mundo- es que niega rotundamente la
veracidad y la supuesta utilidad moral de todas las religiones. Si se
hubiera limitado a condenar el fanatismo, el integrismo o la
inquisición, nadie le hubiera reprochado nada. Pero como dice que son
las pretensiones cosmológicas y éticas de todas las religiones las que
le parecen falsas, sea cual fuere su efecto nocivo o edificante sobre
quienes las creen... ¡ay, entonces la ONU le expulsa de su seno!
 
 
Por lo visto, la tan cacareada "tolerancia" tiene sus límites. No parece
que hayamos progresado mucho desde que el mismísimo John Locke, primer
abogado moderno de tal virtud democrática, negase los plenos derechos de
ciudadanía a los ateos arguyendo que nadie puede fiarse del todo de
alguien cuyos juramentos no están respaldados por ningún dios. Aún hay
entre nosotros demasiados (en las "cartas al director" de este periódico
queda constancia de varios) que tachan de "intolerantes" a quienes
expresan abiertamente su rechazo no ya a lo que dicen ciertos obispos o
el Papa sino a los santificados presupuestos en que basan su autoridad
moral. O que reprochan a los críticos del integrismo islámico su
"caricatura" de las doctrinas auténticas de Mahoma, como si el problema
fuese qué predicó en realidad dicho señor y no el fundamento racional de
la convivencia democrática. Aún hay quien no se ha enterado de que la
intolerancia consiste en prohibir al vecino la exteriorización de sus
creencias, no en criticarlas si se las tiene por erróneas. Al contrario,
parece darse por supuesto (vid. el artículo De los dos reinos del
maniqueísmo, de Miguel Herrero de Miñón, EL PAÍS, 15 de diciembre de
1999) que precisamente la enseñanza religiosa -eso sí, bien entendida, o
sea, a gusto del comentarista- puede fundar la "consolidación
axiológica" de los valores democráticos. Nunca viene mal un "suplemento
de alma" al comportamiento cívico, y el laicismo, por lo visto, es
demasiado soso para garantizarlo. Además es una actitud pasada de moda,
mientras que la religión va a ser, si Dios no lo remedia, el último
grito del próximo milenio...
 
 
En el ámbito de la enseñanza será pues admisible la perspectiva
confesional, que ayudará a ser demócratas con argumentos fideístas, o la
enseñanza laica que se mantenga neutral entre las diversas creencias
religiosas y la no creencia, para no caer en maniqueísmos: lo único
"intolerable" por intolerante y agresivo es el punto de vista ateo
expresado por Rushdie en su carta. En ese campo todo el mundo tiene
razón, menos quien la aplica sin remilgos al tema. Los que compartimos
su argumentación debemos tener el buen gusto de encogernos de hombros y
disimular... puesto que lo importante es ante todo no molestar con un
espíritu crítico demasiado irreverente a quienes pueden ser nuestros
aliados fácticos en el mantenimiento siempre frágil de la buena
conciencia. Entre la exigencia de verdad y la exigencia de orden a nadie
con mando en plaza le caben dudas a la hora de elegir. Después de todo,
ya se sabe, "nada es verdad ni mentira, sino según el color del cristal
con que se mira".
 
 
Un personaje femenino de Bernard Shaw, que practica la entrega altruista
al humanitarismo, aclara: "He dejado atrás el soborno del cielo". Aunque
tal recompensa no parece haber logrado disuadir a muchos piadosos bien
instalados de buscar otras más inmediatamente remuneradoras, sigue
siendo políticamente correcto mantenerla pour le peuple... y por si
acaso.
Fernando Savater es catedrático de Filosofía de la Universidad
Complutense de Madrid.
PUBLICADO EN EL DIARIO "EL PAIS" DE 26 DE DICIEMBRE DE 1.999

Carta de Salman Rushdie al ciudadano 6 000 000 000 del planeta

Con motivo del nacimiento del ciudadano 6000 000 000 del planeta, la ONU editó un libro con textos de diversos intelectuales. Una de ellas es la que se reprodyuce aquí. La de Salman Rushdie, escritur hindú condenado a muerte por el ayatollah Jomeini en 1989


" Querida pequeña persona viva número seis mil mi­llones: Como miembro más reciente de una especie sabi­damente inquisitiva, es probable que no tardes mucho en empezar a hacerte las dos preguntas de los sesenta y cuatro mil dólares con las que los otros 5.999.999.999 humanos venimos lidiando desde hace tiempo: ¿Cómo hemos llega­do hasta aquí? Y ahora que esta­mos aquí, ¿cómo vamos a vivir?

Curiosamente –como si no nos bastara con seis mil millones de congéneres–, casi con toda segu­ridad te insinuarán que para en­contrar respuesta a la pregunta del origen es necesario que creas en la existencia de un Ser más, invi­sible, inefable, presente "en algún sitio por ahí arriba", un creador omnipotente a quien nosotros, pobres criaturas limitadas, somos incapaces siquiera de percibir, y menos aún de comprender. Es decir, te alentarán con insistencia a imaginar un cielo con al menos un dios residente. Este dios-cielo, dicen, creó el universo revolviendo su materia en una olla gigante. O bailó. O vomitó la Creación de sus propias entrañas. O simplemente pronunció unas palabras para dar­le existencia y, ¡zas!, existió.
En algunas de las historias de la creación más interesantes, el dios-cielo único y poderoso se subdivide en muchas fuerzas menores: deidades subalternas, avatares, "ancestros" metamórfi­cos gigantescos cuyas aventuras crean el paisaje, o los panteones caprichosos, arbitrarios, entro­metidos y crueles de los grandes politeísmos, cuyas desaforadas hazañas te convencerán de que el motor verdadero de la creación fue el anhelo: de poder infinito, de cuerpos humanos que se rompen con excesiva facilidad, de nubes de gloria. Pero justo es añadir que hay asimismo historias que transmiten el mensaje de que el impulso creador primigenio fue, y es, el amor.

Muchas de estas historias se te antojarán sumamente hermosas y, por tanto, seductoras. Ahora bien, por desgracia, no te exigirán una respuesta a ellas puramente litera­ria. Sólo las historias de religiones "muertas" pueden valorarse por su belleza. Las religiones vivas te exigen mucho más. Te dirán, pues, que la fe en "tus" historias y la adhesión a los rituales de ve­neración que se han desarrollado en torno a ellas deben convertirse en parte esencial de tu vida en este mundo abarrotado de gente. Las llamarán el corazón de tu cultura, incluso de tu identidad individual. Puede que en algún punto las sientas como algo de lo que es im­posible escapar, imposible escapar no como de la verdad, sino como de la cárcel. Acaso en algún punto dejen de parecerte textos en los que unos seres humanos han in­tentado resolver un gran misterio y te parezcan, en cambio, los pre­textos para que otros seres huma­nos debidamente ungidos te den órdenes. Es cierto que la historia humana está llena de esa opresión pública forjada por los aurigas de los dioses. En opinión de las per­sonas religiosas, no obstante, el consuelo íntimo que procura la religión compensa con creces el mal obrado en su nombre.

A medida que ha aumentado el conocimiento humano, ha que­dado claro asimismo que toda na­rración religiosa sobre cómo llega­mos aquí está totalmente equivo­cada. En última instancia, esto es lo que tienen en común todas las religiones: no acertaron. No hubo revoltillo celestial, ni danza del hacedor, ni vómito de galaxias, ni antepasados canguros o serpien­tes, ni Valhalla, ni Olimpo, ni un truco mágico de seis días seguido de un día de descanso. Todo mal, mal, mal. Pero en este punto nos encontramos algo realmente extra­ño. El error de los relatos sagrados no ha mermado el fanatismo del devoto. Es más, el simple delirio inconexo de la religión conduce al religioso a insistir de manera cada vez más estridente en la importan­cia de la fe ciega.

De resultas de esta fe, dicho sea de paso, en muchas partes del mundo ha sido imposible impe­dir el alarmante crecimiento del número de seres humanos. Cul­pemos de la superpoblación del planeta, por lo menos en parte, al deplorable sentido de la orien­tación de los guías espirituales de la especie. En tu propio tiempo de vida, bien puede ocurrir que seas testigo de la llegada del nueve mil millonésimo ciudadano del mun­do. Si eres indio (y tienes una entre seis posibilidades de serlo), aún estarás vivo cuando, gracias al fracaso de la planificación fa­miliar en ese país pobre y dejado de la mano de Dios, su población supere a la china. Y si como resul­tado de las restricciones religiosas sobre el control de la natalidad nacen demasiadas personas, tam­bién morirán demasiadas perso­nas, porque la cultura religiosa, negándose a afrontar las reali­dades de la sexualidad humana, también se niega a luchar contra la propagación de enfermedades de transmisión sexual.

Hay quienes dicen que las grandes guerras del nuevo siglo volverán a ser guerras religiosas, yihads y cruzadas, como en la Edad Media. Aunque, desde hace ya años, suenan en el aire los gri­tos de guerra de los fieles mientras convierten sus cuerpos en bombas de Dios, y también los alaridos de sus víctimas, me he resistido a creer en esta teoría, o al menos en el sentido que le da la mayoría.

Llevo tiempo afirmando que la teoría del "choque de las civili­zaciones" de Samuel Huntington es una simplificación excesiva: que la mayoría de los musulma­nes no tienen el menor interés en participar en guerras religiosas, que las divisiones en el mundo musulmán son tan profundas como sus elementos comunes (si te cabe alguna duda de que esto es así echa una ojeada al conflicto suní-chií en Irak). Apenas puede encontrarse nada que se parezca a un objetivo islámico común. In­cluso cuando la OTAN no islámi­ca libró una guerra a favor de los albaneses kosovares musulmanes, el mundo musulmán fue remiso a la hora de ofrecer la muy necesa­ria ayuda humanitaria.

Las auténticas guerras religio­sas son las guerras que las reli­giones desatan contra ciudadanos corrientes dentro de su "esfera de influencia". Son guerras de los píos contra los prácticamente indefensos: los fundamentalistas estadounidenses contra los médi­cos partidarios de la libre elección, los mulás iraníes contra la mino­ría judía de su país, los talibanes contra el pueblo afgano, los fun­damentalistas hindúes de Bombay contra los musulmanes cada vez más asustados de la ciudad.

Y las auténticas guerras reli­giosas son asimismo las guerras que las religiones desatan contra los no creyentes, cuya intolerable incredulidad se recalifica como de­lito, como razón suficiente para su erradicación.

Pero con el paso del tiempo me he visto obligado a reconocer una cruda realidad: que la masa de los llamados musulmanes corrientes parece haberse dejado embaucar por las fantasías paranoicas de los extremistas y parece dedicar una mayor parte de su energía a la movilización contra caricaturistas, novelistas o el Papa, que a conde­nar, privar de derechos civiles y expulsar a los asesinos fascistas que habitan entre ellos. Si esta mayoría silenciosa permite que se libre una guerra en su nombre, se convertirá finalmente en cómplice de esa guerra.

Por tanto, quizá sí se ha inicia­do, al fin y al cabo, una guerra re­ligiosa, porque está permitiéndose a los peores de nosotros dictar las prioridades de los demás, y por­que los fanáticos, que no se andan con chiquitas, no encuentran opo­sición suficiente entre "su propio pueblo".
Y si eso es así, los vencedores de dicha guerra no deben ser los estrechos de miras que, como siempre, marchan a la batalla con Dios de su lado. Elegir la in­credulidad es elegir el espíritu so­bre el dogma, confiar en nuestra humanidad y no en todas esas peligrosas divinidades. Así pues, ¿cómo hemos llegado hasta aquí? No busques la respuesta en las narraciones "sagradas". Puede que el imperfecto conocimiento humano sea un camino lleno de baches y hoyos, pero es el único camino a la sabiduría digno de seguirse. Virgilio, que creía que el apicultor Aristeo podía generar espontáneamente abejas nuevas a partir de una vaca muerta en des­composición, estaba más cerca de la verdad sobre el origen que todos los libros venerados de la Antigüedad. Las sabidurías an­cestrales son tonterías modernas. Vive en tu tiempo, utiliza lo que sabemos, y cuando crezcas, quizá la especie humana haya crecido por fin contigo.

Como dice la canción: "Es fácil si lo intentas".

En cuanto a la moralidad, la se­gunda gran pregunta –¿cómo vi­vir?, ¿cuál es la actuación correcta y cuál la incorrecta?– se reduce a tu predisposición a pensar por ti mismo. Sólo tú puedes decidir si quieres que la ley te sea entrega­da por sacerdotes y aceptar que el bien y el mal son cosas de algún modo externas a nosotros. A mi juicio, la religión, incluso en su forma más elaborada, en esencia infantiliza nuestra identidad ética estableciendo árbitros infalibles de la moral y tentadores irredimi-blemente inmorales por encima de nosotros: los padres eternos, el bien y el mal, la luz y las tinieblas, el reino sobrenatural.

¿Cómo, pues, vamos a tomar decisiones éticas sin un regla­mento divino o un juez? ¿Es aca­so la incredulidad el primer paso en la larga caída hacia la muerte cerebral del relativismo cultural, conforme al que muchas cosas insoportables –la circuncisión femenina, por citar sólo un ca­so– pueden disculparse por mo­tivos culturalmente específicos, y la universalidad de los derechos humanos puede también pasarse por alto? (Esta última muestra de negación moral encuentra parti­darios en algunos de los regíme­nes más autoritarios del mundo, y también, inquietantemente, en las páginas de opinión del Daily Telegraph.)

Bien, pues no lo es, pero las ra­zones para dar esta respuesta no están claramente definidas. Sólo una ideología de línea dura está claramente definida. La libertad, que es la palabra que empleo para la posición ética secular, es ine­vitablemente más confusa. Sí, la libertad es ese espacio donde pue­de reinar la contradicción; es un debate interminable. No es en sí misma la respuesta a la pregunta de la moralidad, sino la conversa­ción sobre esa pregunta.

Y es mucho más que simple relativismo, porque no es simple­mente una tertulia interminable, sino un lugar donde se toman de­cisiones, se definen y defienden valores. La libertad intelectual, en la historia europea, ha represen­tado sobre todo libertad respecto a las restricciones de la Iglesia, no del Estado. Esta es la batalla que libró Voltaire, y es también lo que nosotros, los seis mil millones, podríamos hacer por nosotros mismos, la revolución en la que cada uno de nosotros podría des­empeñar nuestro pequeño papel, una seis mil millonésima parte del total. De una vez por todas, po­dríamos negarnos a permitir que los sacerdotes, y las ficciones en cuyo nombre afirman hablar, sean la policía de nuestras libertades y nuestro comportamiento. De una vez por todas, podríamos devolver las historias a los libros, devolver los libros a las estanterías y ver el mundo sin dogmas y en toda su sencillez. Imagina que el cielo no existe, mi querido seis mil millo­nésimo, y de inmediato no habrá más límite que el cielo. "